La canción, incluída en el álbum "A nigth at the opera" de 1975 es una de las mejores composiciones de la música moderna. Todo un flujo de cambios de ritmo, de tonalidad y de estilo... Rock, opera, voces a capella e increibles riffs de guitarra se mezclan y se funden para crear una pieza de difícil clasificación.
Canción que nunca cansa de ser escuchada a los intrépidos y constantes melómanos o a los despistados transeuntes musicales.